Todo comenzó hace más de 2500 años, en una pequeña área de Oaxaca, que por cuestiones políticas, los zapotecas fundaron un centro rector en la cima de las laderas de un cerro de difícil acceso... al que denominaron Monte Albán.
Estaban ubicados al lado de los mixtecas (al oeste), con quienes guardaban fuertes disputas, caracterizadas por el poder dominante de los sacerdotes, jefes y nobles zapotecas quienes cobraban tributo a las tribus circundantes a cambio de “protección”, pero si éstas decidían no pagarlo, se veían afectadas por el poder.
Monte Albán fue construida a unos pocos kilometros de la ciudad actual de Oaxaca, donde tuvieron actividad ininterrumpida por aproximadamente 1,500 años. Pero fue en el 600 d.C. cuando la cultura llegó a su esplendor, con más de 30,000 personas, y con amplia comunicación con Teotihuacán y los Mayas.
¿Cómo era su forma de vivir?
Esta cultura, como la mayoría de aquella época, tuvo un poderoso gobierno teocrático. Es por ello que el poder se concentraba en sacerdotes, jefes y nobles. Subordinados a ellos, estaban los
comerciantes y artesanos, quienes trabajaban para los gobernantes (razón por la cual la mayoría de los vestigios están relacionados con características religiosas).
El último estrato social, estaba formado por agricultores, pescadores y cazadores, quienes proveían de alimento a la comunidad. Un detalle sobresaliente y cuestionable, es que las personas que proveían al pueblo de comida, tenían la menor influencia en el poder, mostrando
una hegemonía religiosa que gobernaba la perspectiva individual de esa época.
La economía, era mantenida por los dos estratos más “bajos” de la sociedad. Por un lado, los agricultores y cazadores producían agricultura temporal: principalmente maíz, frijol, chile, frutas, legumbres. Los comerciantes y artesanos producían cerámica y alfarería.
Cabe destacar, que un producto que caracterizó a la cultura Zapoteca fue la grana cochinilla, un insecto que sirvió de tinte para los pueblos prehispánicos.